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?EL Contrapeso Del Tercer Milenio?


Por Carlos Alberto Yrigoyen (M. Phil.)

En el debate mundial por lo que pudiera ser y representar el Tercer Milenio para la historia de la humanidad y el planeta en su conjunto, el muy distinguido militar y analista político indio, General Vinod Saighal, hace gala de un pensamiento tan profundo y cabal como el más comprometido de los hombres de nuestro tiempo. No es extraño ni fortuito, en el sentido de mera casualidad, el caso de genios militares -como Julio César y Napoleón Bonaparte- que al mismo tiempo dejaron una importante contribución literaria, o aun el de novelistas como el General Lewis Wallace (1827-1905), autor de la popular obra llevada al cine ?Ben Hur?, entre otras, quien fuera ?asimismo- representante diplomático estadounidense ante el gobierno de Turquía entre 1881 y 1885. Sir Winston Churchill, merecería un comentario aparte, pero el simple hecho de citarlo ya me exime de ello. El Mayor General Vinod Saighal, quien a su destacada carrera militar como Agregado Militar de la India en París no es un novelista ni es tampoco un estadista a la manera de los dos primeros, cuya gestión política todavía suscita polémicas y controversias. Vinod Saighal es un humanista. Es un estratega nato y un agudo analista político. Pero es, ante todo, un pensador cuya visión es de muy largo alcance; ofrece propuestas que remecen el mundo de las ideas y azuzan la imaginación hasta el grado de motivar en el lector a preguntarse: ¿y por qué no?? Porqué no pensar en un mundo mejor y más justo, en un nuevo orden mundial; un mundo en el que cada uno deba ser el cambio que pretende y busca, evocando al Mahatma Gandhi.

Escribo este ensayo a propósito de su más reciente publicación ?Third Millennium Equipoise?, no obstante la importancia de su contribución con otras obras de su autoría como ?La reestructuración de la seguridad en el Sudeste Asiático?, ?La reestructuración de Pakistán?, ?Enfrentar el terrorismo global: el camino por delante y las paradojas de la seguridad global: 2000-2020?, así como numerosos artículos y publicaciones diversas, todos ellos con una calidad muy similar y con alternativas y propuestas claras, además del análisis situacional sintético y bien equilibrado. Este milenio al que se hace referencia, es el tercero después del nacimiento de Jesús.

Saighal, escoge las palabras en inglés en forma tan cuidadosa como selecciona su instrumental teorético y perfila sus ideas matrices. Tiene como hilo conductor de su análisis al ser humano, su vida en sociedad y la relación armoniosa de ambos actores con el planeta, lo cual deviene en fundamental para la supervivencia de todos. Es así como escoge la palabra equipoise, con un acervo etimológico que proviene del latín y del francés, y que nos remite a un concepto básico: el mismo peso, dijéramos también, ?la misma medida?, que hace posible el contrapeso y de allí deriva la idea de ?equilibrio? que motiva la traducción al Castellano como ?Equilibrio en el Tercer Milenio? de una manera impecable y justa por parte de Leopoldo Taylhardat.

Sin embargo, podría decirse que la estadía de Saighal en París, al igual que su lectura acuciosa y profunda de ?El Espíritu de las Leyes? del Barón de Montesquieu, Charles Louis de Secondat, permitirían explicar y comprender mejor el porqué de esa selección del vocablo equipoise. Según Montesquieu, la necesidad de contrapesos para el equilibrio de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) es la necesaria condición para la libertad tanto en su existencia como en su prevalencia, máxime en un sistema democrático, aunque él fuera monarquista.

Recordando a Montesquieu, en una paráfrasis no muy forzada, diríamos que no se podría enfrentar este nuevo milenio, el tercero de nuestra actual existencia, basados en el ?temor? del despotismo, así fuera este nuclear y proviniese de superpotencias o de economías altamente desarrolladas o todavía en desarrollo, y mucho menos aún del crimen organizado internacional; el ?honor? de las añejas monarquías ha cedido paso a la dignidad del individuo que conforma pueblos, dignidad que sustenta el respeto incondicional y pleno a los derechos humanos que han de primar en nuestras sociedades. Mientras que la ?virtud? de las repúblicas se ampara hoy en la transparencia de la gestión gubernativa y en la consecuencia por procurar el bienestar general, mediante el desarrollo sostenible de los recursos naturales de cada unidad estatal y de la totalidad del planeta.

En tal sentido y en forma paralela a ese espíritu de las leyes, Saighal propone medidas concretas y lúcidas en una secuencia de etapas concretas en el tiempo y no se inhibe en plantear la abolición total de arsenales nucleares. Por ejemplo, mientras recuerda el riesgo que entraña el tráfico ilegal de armas pequeñas y ligeras, en que también se halla involucrada la Organización de Naciones Unidas que hacemos y conformamos la mayor parte de los actores tradicionales del escenario mundial, los Estados, junto con los nuevos organismos internacionales y las recientes y singulares ONG, que también tienen cabida en esta nueva estructura mundial del Tercer Milenio. A este respecto, Saighal ha fundado una ONG de particular importancia: el Movimiento para la Restauración de un Buen Gobierno Mundial (Movement for Restoration of Good Government) y es director de otra, la Sociedad de Seguimiento Ambiental (Eco Monitor Society), cuyas labores reafirman de qué manera pueden ahora los individuos afrontar sus relaciones con los Estados y las organizaciones internacionales como nuevos actores del quehacer internacional.

?En su mayoría, los militares del mundo entero han estado viendo los períodos de paz como intervalos entre guerras. Esa clase de pensamiento destruiría el mundo en el tercer milenio(?)?[1]

?Es tiempo de que, así como se planifican acciones de guerra, se creen ministerios para hacer y mantener la paz.?[2]

Ambas citas resultan cruciales para comprender este nuevo milenio que nos toca vivir y para poner en práctica el valor de la vida en un alcance universal.

Las eras del poder militar y de la diplomacia, en el sentido maquiavélico o kautilyano[3] del término, han caducado. Se requiere una nueva diplomacia, una diplomacia de paz para la paz y una educación social e individual en idéntica ruta. Precisamente, en este mismo sentido, el lema del Servicio Diplomático del Perú dice: JUS ECCE PAX. En un recuerdo más sintético de la cita del gran mexicano don Benito Juárez: ?El respeto al derecho ajeno es la paz?, resultaría que, en este tercer milenio, lo ajeno es lo de todos y merece idéntico respeto tanto por ser propio como por ser ajeno. No podemos comprometer el futuro de las generaciones venideras e hipotecar la supervivencia del planeta para apenas satisfacer las estadísticas.

En la primera parte de su obra, ?La búsqueda?, dos capítulos sintetizan su visión de conjunto: ?el gran debate nuclear? y ?las reformas al Consejo de Seguridad?. En cuanto a lo primero, se trata de ?lograr la paz, en lugar de hacer la guerra?[4] y aborda un tema crucial como es la ?dilución de las soberanías? por parte de las naciones y dice textualmente: ?A menos que ellas acepten ciertos límites a su soberanía nacional, el mundo que conocemos dejará de existir.?[5]

Entonces debería ocurrir un salto evolutivo desde el concepto superior de ?intereses nacionales? a otro máximo de ?intereses globales?, en otras palabras, arribar a ?los supremos intereses planetarios? tal como él los denomina. [6]

Entre los ?supremos intereses planetarios?, Saighal reseña indirectamente (a) ?-no- poner en peligro el futuro de la humanidad o de la biodiversidad ecológica, o conducir a la extinción de especies vivientes?; (b) ?-eliminar- amenazas contra el ambiente o cualquier acción capaz de producir un holocausto mundial?; (c) ?-erradicar- el terrorismo nuclear o actos similares perpetrados por cualquier grupo o individuo en cualquier parte del mundo?; (d) ?-prevenir- atentados contra el patrimonio de la humanidad?; (e) ?-alcanzar o procurar- la transparencia, eliminación de arbitrariedades y la justa aplicación de las decisiones del Corte Internacional de Justicia?[7] como temas iniciales del debate mundial para arribar a la suscripción de acuerdos globales.

A tal efecto, y dentro del subtítulo ?La negociación de Tratados?, Saighal afirma categóricamente que ?la eliminación total de las armas nucleares es actualmente el más importante imperativo global? y con ellos nos conduce a través de medidas provisionales, objetivas y otras subjetivas, tales como la restauración de la cordura, la reducción de los arsenales, la restricción nuclear y la erradicación de los excesos vengativos. Lo segundo, partiendo de una premisa de esperanza, en el sentido que ?el mundo está preparado para hacer realidad la armonización global?,[8] encuentra una crítica frontal a Estados Unidos, por el desdén del gobierno de ese país hacia la ONU, hacia finales de 1996, cuando un grupo de senadores estadounidenses humillara no solo a la institución sino al conjunto de sus representados. Por lo tanto, la ONU tendría que empezar por aprender a vivir sin el apoyo de esa superpotencia, propiciar el incremento de las contribuciones de los demás países miembros de manera proporcional y reducir sus propios gastos.

Por cierto que la crítica de Saighal hacia Japón es terrible cuando augura, ?dentro de unos cien años nadie hablará de una característica identidad japonesa? y concluye en una sentencia -que no comparto- y reafirma: ?Japón, la víctima de Hiroshima y Nagasaki, aparentemente no tiene rol alguno que desempeñar, a nivel de gobierno, en el esfuerzo por lograr un mundo libre de amenaza nuclear dentro de un calendario definible?.[9]

Vinod Saighal propone fórmulas de boicot global contra los actuales miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, renovadas anualmente hasta que consigan su propósito, para que abandonen su estilo autocrático en el gobierno de la organización. Las reformas de ese Consejo deben ser precedidas por un debate global en el que participen todos los actores del nuevo escenario mundial, ONG incluidas, universidades, medios, intelectuales, gremios de profesionales, quienes han de tener en cuenta ?las aspiraciones de la humanidad para el próximo milenio?[10]. Desde un punto de vista tecnológico, ello sería viable y posible. Las reformas a realizar en Naciones Unidas no son las reformas ad hoc para la organización sino aquellas que requiere la humanidad para su futuro y la supervivencia de ambas, la humanidad y la Organización. En ese sentido, Saighal piensa en otra forma de gobierno para la ONU que no sea el Consejo de Seguridad y plantea la posibilidad de que, para evitar el efecto traumático para algunos Estados que perderían súbitamente tal posición, estos podrían tener un plazo de 10 años de permanencia en el mismo como miembros semipermanentes sin derecho a veto.

En una primera etapa de transición, el Consejo de Seguridad podría empezar con una expansión provisional que incluyera nuevos miembros: Alemania, Brasil, Egipto, India, Indonesia, Japón, México, Sudáfrica y Vietnam. En esa etapa, tanto Francia como el Reino Unido perderían su derecho a veto en cuestiones globales y solo lo conservarían en aquellos casos que afectaran sus propios territorios e intereses nacionales. El derecho a veto de Estados Unidos, Rusia y China podría ser anulado por un voto de rechazo de 18 miembros del nuevo Consejo de Seguridad ampliado. Naturalmente que tenemos aquí un amplio tema para el debate a favor y en contra, según sea la óptica de los intereses en juego.

Saighal afirma que, en una etapa posterior, Japón y Alemania ya no requerirían curules por separado dado que el hemisferio occidental se encontraría suficientemente representado;[11] finalmente, Estados Unidos, China y Rusia deberían perder, para el año 2025, el derecho individual al veto, y este último debería ser completamente eliminado del esquema de la ONU. Las decisiones serían tomadas por mayoría simple o 2/3 según el acuerdo del caso.

Nuestro ilustre autor propone la creación de un Consejo Nuclear Mundial (World Nuclear Council) como cuerpo autónomo e independiente de la Organización con una carta fundacional cuyos principios recoge en una secuencia lógica y bien ordenada, y que concluyen en una cita textual de los slokas (versículos) 8, 30, 35, 45 y 58 del ?Himno a la Tierra? del Atharva Veda,[12] cuya visión y fundamento ecológico son verdaderamente asombrosos si se toma en cuenta los milenios que han transcurrido desde que fueran vertidos por primera vez.

La segunda parte lleva como título ?Proyecto para una era de humanismo? y ese proyecto concibe la transformación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en primer lugar, seguido por la abolición total del arsenal nuclear. Por si ambas perspectivas pudieran parecer utópicas, Saighal refiere de manera pormenorizada los modos de resolución para salir del impasse nuclear. En cuanto a la primera, establece un cronograma transicional de 40 años, la primera etapa ya transcurrió (del año 2000 al 2007) pero nada impide su aplicación posterior y adecuada; la segunda, que es también un proceso, señala y detalla pasos y etapas así como modos de resolución para un plazo de 50 años, que no paso a detallar ni a comentar en extenso por las limitaciones del tiempo y del espacio. Solo diré que todo lo planteado pareciera ser muy sensato y perfectamente viable, de existir la buena voluntad de todas las partes, y en especial la voluntad política de aquellas más directamente involucradas.

La mirada en lontananza, que inspira el título de la tercera parte, no es menos concreta y admirable que las precedentes y tiene un matiz casi futurístico o de ciencia ficción cuando se leen las palabras ?Consejo Planetario?; y sin embargo, una vez más, sus propuestas se observan prácticas y realizables, sorprendentes por su sencillez y claridad.

Los planes para la resurrección ecológica del planeta no son menos importantes que todo lo anteriormente expuesto y el tono poético, así como la confidencia intimista de su Epílogo, no pueden dejar de recordarnos al mismo Rabindranath Tagore, a quien cita desde un comienzo. Al finalizar la lectura de Saighal uno puede formularse otra pregunta más (y esta sí es una cuestión definitiva): ¿cuál es el contrapeso para el Tercer Milenio?

De una manera general y salvando las exigencias del detalle y la precisión histórica, podría decirse que el primer milenio estuvo marcado por la creación, el nacimiento y crecimiento de entidades nacionales que fueron evolucionando de manera paulatina pero que estuvieron restringidas espacialmente a un ámbito regional, eventualmente supraregional, y que descubrieron modelos políticos y económicos singulares: los Estados nacionales. El segundo milenio se halla signado por el descubrimiento geográfico y la apropiación total del territorio planetario bajo fórmulas imperiales y coloniales, siguiendo modelos del primer milenio, conformados ya los modernos Estados nacionales, pero que avizorarán la reafirmación gradual de un Derecho Internacional y que intentará superar ?la ley del más fuerte? o ?el derecho que nace de la victoria?, tan propios del primer milenio y en medida decreciente en ese segundo milenio que ha concluido hace apenas una década.

En ambos casos, los Estados nacionales eran los únicos actores válidos en el escenario internacional, pero hacia finales del segundo milenio, aparecen los organismos y las organizaciones internacionales, los cuales asumen ese nuevo carácter de actores que contraponen intereses comunes ante posiciones minoritarias por poderosas que sean. Los comienzos del tercer milenio observan una explosión cósmica de un nuevo género de entidades, las ONG, y la mayor revolución en la historia de la humanidad: la tecnología mediática. El individuo se encuentra capacitado, facultado y empoderado tecnológicamente (vía internet y otros medios) para encarar sus relaciones con los Estados, para participar de manera activa y directa en la arena mundial e inclusive para integrar, en calidad de miembros de las ONG observadoras, diferentes organismos y organizaciones internacionales.

El verdadero contrapeso del tercer milenio, aunque Saighal no lo diga de manera expresa, el equipoise no es otro que el ser humano de manera individual, ubicado en el centro de una nueva forma de organización determinada ?sea ésta la ONG, o también podría ser el grupo social cibernético? para participar y gravitar en las grandes cuestiones mundiales. Si antes fue el clan y la tribu, para luego ser la Nación y el Estado, hoy parecería ser que es el grupo social en el cyberespacio, el que conforma la base estructural de lo que es la familia, sociológicamente hablando, para esa proyección planetaria del individuo del tercer milenio.

En todo caso, el propio autor abre una tremenda interrogante con respecto a su propio país, la India, cuando se refiere a los Estados en el dintel nuclear e incluye a vecinos geográficos mediatos e inmediatos en la ambivalencia existencial, muy digna del Hamlet que escribiera William Shakespeare. Pienso que, para Saighal, una India convertida en un poder nuclear mundial sería algo tan contradictorio como el ?cuerpo de Rahu?[13] pero que, sin embargo, existe.

La India es un modelo plurinacional, pluriétnico y pluricultural que resulta de una trascendental labor de alfareros sociales de la talla de Sankaracharya, Mahavira, Buddha y Ashoka, Aurobindo y Ramakrishna, cuando no del mismo Akhbar y del Mahatma Gandhi. Sus fuentes de conocimiento científico y espiritual son ingentes y están todavía por ser estudiadas y comprendidas a cabalidad, ya sin los prejuicios colonialistas o imperialistas tan propios del segundo milenio.

Esta reciente obra de Vinod Saighal, es un ejemplo más que interesante de todo lo que se puede esperar como contrapeso en el equipoise del tercer milenio.

Nueva Delhi, agosto de 2010.

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